Aunque en distinta medida, las personas con sobrepeso y obesas se caracterizan por presentar un exceso de grasa, que se acumula en el tejido adiposo.
Durante mucho tiempo se ha pensado que el tejido adiposo era un simple depósito de las reservas energéticas.
En realidad, el tejido adiposo desempeña otras actividades muy importantes, como la producción de unas sustancias biológicamente activas llamadas «adipoquinas», capaces de regular el metabolismo de las grasas y otras funciones fisiológicas.
Cuando se sobrecarga con un exceso de grasa, el tejido adiposo libera sobre todo adipoquinas de tipo inflamatorio que tienen consecuencias negativas en todo el organismo, aumentando el riesgo de que se manifiesten enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
La grasa presente en el abdomen, grasa visceral, es capaz de producir una mayor cantidad de citoquinas inflamatorias que la grasa de las otras zonas del organismo.
Por este motivo, es necesario prestar gran atención no solo a los kilos de más, sino también a la distribución de la grasa y, sobre todo, al valor de la circunferencia umbilical.
Considerando estos datos, las personas que se encuentran en un intervalo normal de peso y de IMC (Índice de Masa Corporal) deben tener igualmente bajo control la circunferencia abdominal, dado que está considerada como un factor de riesgo independientemente del peso.